Direkte Boquería

Arnau Muñío

chef

Open Kitchen.- ¿Has tenido relación con algún arquitecto aunque este restaurante lo hayas diseñado tú?

Arnau Muñío.- No, lo he hecho yo. Más que nada porque ya tenía el espacio y tenía muy claro lo que quería. Al final he trabajado con un industrial, con alguien que me hacía la madera, con los que han trabajado el tema del hierro… Cuando tienes claro lo que quieres y es un espacio tan pequeño es difícil equivocarte. La verdad es que tenía mucho miedo de que saliera mal, pero más o menos creo que ha salido bien.

Open Kitchen.- Has trabajado sobre una idea tuya y has ido pidiendo cosas...

Arnau Muñío.- He ido haciendo algún cambio sobre la marcha. Mi idea inicial era coger esta barra y hacerla llegar justo hasta la pared y al final por culpa de esta puerta hice un cambio de última hora y yo creo que es lo que ha quedado muy bonito, esta L. Creo que fue cuando ya estaba todo encargado, todos los presupuestos hechos… Vamos, que lo venían a poner un martes y el viernes a las 3 de la tarde me decían “pero Arnau, si quieres pararlo tienes que hacerlo ya”. Lo paré y vi que tenía que ser una L. Pero al principio era todo lineal.

Open Kitchen.- ¿Crees que el espacio arquitectónico y el diseño de un local influyen sobre la experiencia gastronómica?

Arnau Muñío.- Por supuesto. Al final he tenido la suerte de que este local, pese a tener solo 14 metros cuadrados, estar metidos entre 3 y 4 trabajadores y 8 personas, que no es ni un metro cuadrado por persona, pues la gente se siente a gusto y se sienten como que están en tu casa, lo ven como algo diferente y lo ven “cuco”, dicen. Creo que es muy importante. Un local así de pequeño lógicamente tiene ciertas incomodidades pero tiene otras comodidades que te compensan. Un local muy bonito donde no se cocina bien, pues tampoco funciona. Y al revés igual, si cocinas muy bien pero en el local no se está muy a gusto… Tiene que haber un poquito de balance entre las dos cosas.

Open Kitchen.- En un local pequeño es fácil tener incomodidades.

Arnau Muñío.- Las hay, lógicamente.

Open Kitchen.- Recuerda un poco a ciertos locales japoneses.

Arnau Muñío.- Correcto. La idea viene de ahí, paseando por el metro de Tokio un local así es de lo más normal, y aquí en Barcelona no hay locales así. Ahora está empezando a haber locales pequeños. Los que lo hicimos primero nos tiramos un poco al vacío, pero si la gente ve que hay una continuidad, cada vez tendrá menos miedo porque un local pequeño le da posibilidades a mucha gente que hasta ahora pensaba que no tenía posibilidades de montar un local.

Open Kitchen.- Ser un buen chef y atreverse a hacer servicio solo para ocho personas es arriesgado aquí, en Barcelona. Quizá no en Tokio. Has abierto la idea a otros jóvenes que así no tendrán que gastar tanto para demostrar su calidad.

Arnau Muñío.- Exacto. Al final parece que sin un inversor detrás que te monte un súper local es imposible. Para mí, la única manera de poder tener algo mío era tener algo así, muy pequeño, muy controlado. O esto o buscar un inversor, que al final es tener socios. Si lo quería montar yo solo era así. Han sido todo circunstancias que me han llevado a montar este local.


...estas pequeñas cosas son las que al final sirven para que en el momento de llevarte el plato a la boca digas que está más bueno...

Open Kitchen.- Casi siempre con inversores aumentan los problemas

Arnau Muñío.- Eso es lo que dicen, yo por suerte no lo sé. Hay algunos que se meten demasiado en la oferta gastronómica, otros que no se meten lo suficiente y se piensan que uno porque ha estado aquí o allí ya le va a solucionar todo… y tampoco es así. Un restaurante no es ni fichar a un tío que tiene un currículum excelente y ya está, ni fichar a un inversor y ya está. Es complicado, que dos personas cuajen es complicado.

Open Kitchen.- ¿Crees que el interiorismo y la arquitectura de un local puede influir en la percepción de los sabores?

Arnau Muñío.- Creo que todo influye muchísimo a la hora de gustar. Sí, lógicamente el local influye. Si tú tienes la mente solo pensando en qué incómodo estás, qué feas que son esas luces que me dan o esta iluminación cómo me molesta, no estás tan predispuesto a dejarte llevar. Igual que si el que te lo explica tiene un tono de voz desagradable o te mira a los ojos, o no te mira. Todas estas pequeñas cosas son las que al final sirven para que en el momento de llevarte el plato a la boca digas que está más bueno o no. Yo creo que sí. No debería, y está en el subconsciente, pero creo que sí.

Open Kitchen.- Desde el punto de vista organoléptico no cambia, pero la percepción sí

Arnau Muñío.- Exactamente. Si te comes un plato de erizos de mar sentado en una cala con los pies en el agua, o si te comes un plato de trucha de río sentado al lado de un río… es que van a ser la mejor trucha y el mejor erizo que te has comido en tu vida. Igual aquí te comes uno que es mejor, que si los pones al lado dirías que es más grande, tiene más carne, está más dulce… pero en esos sitios está toda la magia. Es como cuando vas al mercado de Tokio y te dan a probar una ostra o una almeja gigante, que te la cortan al momento. La pruebas y es la mejor. Es así. ¿Que tú en el restaurante la puedes tener mejor? Pues sí, pero lógicamente todo lo que envuelve el momento está en tu subconsciente y hay muchas cosas en el cerebro que te dicen cosas.

Open Kitchen.- A tu comida, el diseño ¿qué aporta? Y yo por diseño entiendo también el emplatado, que es una forma de arquitectura. ¿Te informas, estudias…?

Arnau Muñío.- Bueno, la verdad es que a la hora de montar un plato miro que transmita nuestra filosofía. No busco emplatados muy retocados. Prefiero cosas que casi hayan caído en el plato, pero de forma un poco bonita, que los colores combinen, que no se vea sucio, pero que no sea una cosa muy tocada, muy simétrica, muy perfecta. Al final, busco la perfecta imperfección.

Open Kitchen.- ¿Tus platos sabrían igual con otra decoración?

Arnau Muñío.- Sí. Pero como he dicho, un emplatado demasiado perfeccionista tiende a ser un poquito pretencioso y luego puede llegar a ser decepcionante. En cambio una cosa que parece que está ahí de manera natural, si te gusta, pues le buscas más la gracia. Sí, creo que teóricamente tendrían que saber exactamente igual, pero si lo ves todo tan retocado esperas una perfección que seguramente ni existe.

Open Kitchen.- Al cambiar el menú, ¿habría que cambiar el diseño? Siempre dentro de las posibilidades, claro.

Arnau Muñío.- No. Esto desde fuera parece una barra de sushi y yo no sirvo sushi. Yo aquí sirvo un consomé de gallina y no pasa absolutamente nada. Lógicamente lo sirvo en un bol que sigue una estética japonesa y todo sigue una línea muy natural y muy zen. Pero yo voy cambiando el menú y no estoy marcado por una línea de platos de la que no puedo salir porque el local no me lo permite. Al final yo lo que quiero es servir producto de temporada con un toque personal diferente al que estamos acostumbrados, de una manera que a mí me divierte y me diga algo. Si a mí me sugiere algo quiero que le sugiera algo a la gente. No, no creo que tenga que cambiar el local.


...que no sea una cosa muy tocada, muy simétrica, muy perfecta. Al final, busco la perfecta imperfección.

Open Kitchen.- A la hora de hacer el diseño, tus aportaciones han sido todo porque la idea parte de ti. Pero, los trabajadores y la gente con la que has colaborado ¿te han dado consejos o ideas?

Arnau Muñío.- Sí, claro. El señor que hacía la madera la hizo con un barniz, yo se la hice desmontar porque él me decía que para que la gente comiese en la mesa tenía que estar súper barnizado. Pero yo quería una barra mate, no quiero que brille. Para mí que brille rompe todo el local, yo lo quiero mate. Al final abrí el restaurante una semana más tarde. Prefiero estar enfadado por abrir una semana más tarde que estar toda mi vida enfadado cada vez que entre en el restaurante viendo esta barra que es la que no quería. Entonces se la llevaron, la pulieron y la volvieron a barnizar. Sí, lógicamente te dan consejos a nivel técnico, mirar que las vigas sujeten esto, que la nevera tenga ventilación..., pero esto todos los industriales te lo dicen directamente. Es ir al industrial y decir “yo quiero esto” y te lo dibujan muy rápido. Tú todo lo que tienes en tu idea en un momento está dibujado. Les dije “voy a querer que abajo haya un grafiti”; y ellos me hicieron las placas, me las trajeron, y Mariona -que es la artista- se puso con cinco sillas aquí, lo pintó todo durante una semana y cuando lo tuvo pintado vino un técnico y lo sujetó. Sí, te dicen que tiene que ser este material, por el agua… Pero bueno, tenía muy claro lo que tenía que ser acero inoxidable y lo que tenía que ser madera. A partir de ahí… que no se rompa.

Open Kitchen.- Una vez terminado, ¿qué aciertos y qué problemas has encontrado?

Arnau Muñío.- Un acierto de chiripa es el espacio este de aquí que son diez centímetros. Si llegan a ser ocho, que en principio es lo que yo quería, hubiera ido mal. Pero salieron diez, y me va genial porque tengo muy poco espacio y aquí sirvo el vino, justo en estos diez centímetros me caben todas las copas aquí encima. Esto no lo había previsto, la verdad. ¿Qué es lo malo que tiene? En realidad no es malo, es que me falta invertir más: pondría unos armarios cerrados para que a las copas no les entrara polvo, porque lógicamente al tener toda la pared vista las copas se acaban ensuciando. Yo todo esto ahora lo habría hecho cerrado, pero no lo habría podido hacer porque me habría costado un pastón (risas).

Open Kitchen.- ¿Estás contento con el diseño?

Arnau Muñío.- Sí, la verdad es que sí. No cambiaría nada del espacio. Bueno, sí, haría el local tres metros más grande, pero el local es el que es. Si tuviera tres metros cuadrados más sería perfecto.

Open Kitchen.- Lleva un año funcionando.

Arnau Muñío.- Un año y medio, ya. Abrí el 3 de abril de 2018.

Open Kitchen.- Muy bien, muchas gracias.

Arnau Muñío.- A ti.

Arnau Muñío
chef

Arnau Muñío ha trabajado en El Bulli Hotel (Sevilla), en Comerç24 -donde era jefe de cocina-, en el taller creativo de Albert Adrià y en La Barra de Carles Abellan. En 2018 crea su restaurante Direkte Boqueria, en el emblemático mercado barcelonés. Quizá el restaurante más pequeño de la ciudad, se plantea como una barra de degustación para ocho comensales. Ha ganado la IV edición del concurso nacional de recetas asiáticas Asian Culinary Awards (2019) y el Premio Cocinero 2018 Fòrum Gastronòmic, antes conocido como premio ‘Cuiner de l’Any’.

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